Acrofobia.

– ¿Estás enamorada de mí, cómo yo lo estoy de ti? –

Y le dijo que no.

Porque si admitía que estaba enamorada, no hubiese nadie que la salvara de ese agujero negro y/o tempestad que la arrastraría hasta el fin del mundo.

Prefirió quedarse con sus pensamientos, estando a salvo de lo que ella llamaría un desastre irreversible.

Quiso creer que si ya había pasado por un caos similar, no estaría exenta esta vez, quería creer que si pasaba por alto “ése sentimiento” no volvería a aparecer, deseó con todas sus fuerzas que aceptase su negativa, que siguiera de largo y se olvidara de que hablaron.

Pero ella sabía que no lo haría, que era tan terco como ella en tomar sus decisiones, que no se rendiría porque percibía lo que ella realmente sentía, que sus no eran , porque la conocía mejor que ella misma, por algo habían congeniado tanto, por algo se había enamorado de él.

Si bien, se sentía lindo, se sentía como si todo fuese distinto esa vez, se sentía como si fuese de ella y ella de él, se sentía que era donde debía estar.

Pero también, tenía miedo, nadie se libra de ello y aunque jamás sea una excusa, fue su bandera y su modo de huir de ello.

Diciéndole que no, estaría salvada de la llamada vorágine, se sentiría segura en su metro cuadrado y espacio.

Aunque sabe, que esa salvación más adelante, tendría un sabor a pérdida inevitable.

Pero si me lo preguntan a mí, no creo que hubiese sido tan malo, después de todo es un proceso natural…

Enamorarse, dejarse y volver a enamorarse, con altos y bajos, pero más altos en este caso ¡Porque vamos! Si todo era perfecto ¿Por qué no le dijiste que sí? pero quizás ella tenía miedo, el miedo a las alturas.

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