Pequeños momentos.

Ella no conocía esa faceta de la vida; pequeñas pero hermosas acciones o momentos que hicieron su monótona vida hasta ahora, la más increíble de todas. Porque cuando lo conoció, no importaba más nadie, más nadie que ellos dos. Sólo sus momentos... Cuando los dos comían helado en los columpios, o cuando ella se abalanzaba sobre el y se colgaba como koala; ella era feliz.
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O luego cuando le pidió que se casara con él mientras estaban en lo más alto de la rueda de la fortuna y ella comía su algodón de azúcar azul sólo porque era azul y porque la hacia feliz. Después de casarse , nada cambió. Eran adultos pero se comportaban como niños de 10, él seguía apretándole las mejillas y corría mientras era perseguido por ella o cuando la cargaba como un saco de papas y le decía –Ya, ya flaca mía–.

Era hermoso, Eran esplendidos los momentos que pasó junto a él, su amor, su niño grande, su asdfghjklñ.
Y que ese lazo nunca se quebró, en ningún instante y que ellos seguirán conservando, ese hilo rojo que los une más allá de la realidad en que todos viven, ellos y sólo ellos atesoraran sus pequeños momentos de felicidad, porque son ellos los que realmente importan en esta historia sin final. 

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