Más.

Me levanté temprano esa mañana,

Pensaba en todo y en nada, mientras encendía la cafetera.

Busqué las tostadas y me quedé mirando los vestigios de una guerra.

Una guerra de dulce…

Harina sobre la mesa y parte del suelo.

Una cima de tazas y más, en el lavaplatos.

Suspiré y sonreí, me tocaba limpiar la mitad de ése desastre.

A mi derecha, el libro de cocina seguía abierto en la misma página.

Con rastros de crema y chocolate.

Se leía: “Brownies”, volví a sonreír.

La cafetera sonó segundos después.

Serví dos tazas de café y las tostadas.

Con tres de azúcar en cada taza.

No pude evitar hacer una mueca, – Ya no quedan brownies.– Mencioné cuando entró a la cocina.

Parecía que el mundo giraba lentamente… –Siempre podemos hacer más. – Y se rió.

Comentarios