Couleur de l'océan.

– Te amo. – Susurró mirando el océano frente a nosotros y yo dejé de respirar.

–… –. Solo podía pensar en el errático sonido de mi corazón.

Sus ojos se clavaron en mí: –Eso es lo que diría si esto fuese una típica historia de amor. – Aclaró con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. –Nada convencional ¿no es así?–

Esas habían sido mis palabras hace unos meses, un plan sin fallos; sin embargo el único error aquí, era yo: … –Me gustas, así como suena, tú no estás buscando una relación amorosa y yo menos, estamos para el otro sin nada más… ya sé que no es nada convencional… pero podemos estar para el otro. – …

Y tú, lo aceptaste con una sonrisa brillante, porque aunque también te gustaba... Solo querías apoyo, porque buscabas algo sin títulos, sin nombres, sin responsabilidades añadidas.

¿Cómo me voy a enamorar si esto no es real? ¿Cómo voy a pensar en ella como mi pareja? ¿Cómo va a ser una relación si ninguno quiere eso?

Esas eran todas las preguntas que me hice todo este tiempo, un bucle de pensamiento que me hundía más y más; era esclavo de mis propias palabras, palabras que quería cambiar; sin embargo tú estabas tan cómoda y seguías brillando como siempre, tanto que me atrajiste como polilla hacia la luz…

Empezó por esperar tus llamadas.

Siguió con acompañarte a tus prácticas.

Se mantuvo con las tardes de películas.

Con los juegos de palabras.

Con las cenas llenas de risas.

Con lecturas de frases de libros que te gustaban.

Con tu autenticidad y locura.

Con los cantos desentonados de nuestras canciones favoritas.

Con tu sonrisa y hasta tu llanto.

Con la forma que preocupabas por mí.

Y con la que llenabas los vacíos con frases extrañas.

Me hiciste querer más y más de ti; hasta sentirte por completo mía… sin haberte besado jamás.

Y ahí… llegaron los problemas, los celos y las locas ganas de quererte siempre para mí, mientras tú seguías tan libre como cuando te conocí.

Porque yo, era un prisionero de esos sentimientos que tu ignorabas.

– Fue nuestro trato. – Sentía que no podía encontrar mi voz y dudé que me hubiese escuchado. – Pero… – Dejé de mirarla y me centre en donde estábamos, era nuestro lugar favorito: una pendiente, frente al océano. – ¿Ya no quieres…esto? – No podía ponerle nombre, no sabía cómo.

– Conocí a alguien, alguien convencional. Dijo volviéndome a dar la espalda.

Sabía que implicaba esa frase, pero…– Nunca te han gustado esas cosas. – Dije despreocupado mientras me acercaba lentamente a ella… – ¿Por qué ahora? ¿Qué cambió? – Cada paso, era un paso a decirlo.

– Está dispuesto a amarme con todas las letras. – Respondió titubeando, mientras yo estaba más cerca, un poco más.

– ¿En serio? – Insistí – ¿Te lo aseguró? – No sé sí sonaba como si rogase, pero ya no me importaba. – No tienes qu…–

– Me arriesgaré. – Me interrumpió con la voz quebrada. –… – No necesitaba verla para saber que empezaría a llorar en cualquier instante.

– ¿No quieres quedarte segura, conmigo…? Nosotros… yo…–

– ¿Segura, yo? Realmente… ¿nosotros? ... Déjame ya. – Sus hombros temblaban levemente. – Solo estás hablando por...–

Sabía que empezaría a reclamarme, jamás fui abierto a mis sentimientos por ella. – Astra. – La tomé de los hombros tratando de que se voltease. – Astra, mírame. – Y en este momento solo quería besarla.

Respiró hondo y se volteó sin mirarme a los ojos; y yo volví a quedarme en blanco. –¡Lo sé! ¡Lo sé! ¡Pasé los límites de esto! – Susurró y ¡Oh! yo quería quemarlos en este instante. – Yo.. –

Tenía que decirle.

Tenía que decirlo ahora.

Porque ella tenía que saberlo.

Porque no me querría arrepentir el resto de mi vida, sino lo decía.

– Astra, te amo. –– Te amo y es lo que diré siempre, aunque esto no sea convencional, no me importa; porque tú eres para mí y yo te pertenezco. – Ahora si me estaba mirando, a mí y sólo a mí y yo solo pude sonreír frente a ese color plomo que tanto me encantaba.

Sentí que podía contra el mundo, porque ella me miraba a mí como quería que lo hiciese siempre y quería sentirlo durante toda mi vida.

– Lo siento. – Sus ojos brillaban por las lágrimas derramadas, y yo solo pude limpiar los rastros de ellas. – Sé que debí decirlo desde hace meses. – Bajé las manos y las posaba en su cintura. – Pero te lo diré ahora y hasta que te canses de mí: Astra, estoy loco por ti desde hace tiempo, te amo. –

Y lo hice, lo dije y se sentía bien.

Lleno de euforia por lo que había dicho, seguí con mí monologo: –No tienes que decir nada… no hace falta. Quería que lo supieras, todo este tiempo…– Y se rio, mientras se apretaba contra mí.

Y su risa, su risa sonaba tan bien. – También te amo. – Sus mejillas se coloreaban a cada segundo. – Estoy enamorada de ti… Pensé que tú no, pensé que era muy obvia. Pero…– Se detuvo, escondiendo su cara en mi pecho. – …–

– ¿Qué? No te escucho, cariño. – Me reí, sabía lo que había dicho.

Levantó la mirada y repitió: – Que si…– Sus ojos en mí, me hacían perder la cordura, una y otra vez. – ¿¡Quesipuedesbesarme!? – Habló rápido, estaba claramente nerviosa… y yo también pero estaba tan dichoso que no me cabía el estar nervioso.

– Si me lo pides así…– Le sonreí, mientras me inclinaba hacia ella… – ¿Cómo podría negarle algo a ma petite? –

Comentarios