Temor.
Alguien le cierra una puerta a una mujer que enmudece, solloza y deposita todas sus esperanzas luego de que creyó en algo, que no sabe si existe y que si pasará.
Que no descifra si está en el tiempo y sitio correcto.
Pero… ¿Dónde más debe estar? Ella no lo sabe.
Distintos caminos que olvidó, decisiones que tomó y hoyos pequeños que esquivó.
Que no descifra si está en el tiempo y sitio correcto.
Pero… ¿Dónde más debe estar? Ella no lo sabe.
Distintos caminos que olvidó, decisiones que tomó y hoyos pequeños que esquivó.
Ya no importan, porque permanece en un espacio, que ella misma creó, cerrándose a todo.
Lo único que se escucha son sus latidos, perdidos en ese abismo... llamado celda.
Y ella con la poca luz que se asoma por el pequeño respiradero, se observa en el espejo y duda que ella misma, exista.
Porque no hay quien la salve, ella tampoco desea ser rescatada y ya muda de tanto gritar y llorar, solo le queda esperar.
Esperar que pase el tiempo, que pase lo que tenga que pasar o que se marchite más de lo que ya lo está.
Algunas veces, por mínimos instantes, es sacada a ver el sol, pero acostumbrada a esa vieja y fría celda vuelve a ella por sus propios pasos, mirando al vacío… pérdida en su propia agonía.
Porque allí, al menos sabe que sufre, lenta y dolorosamente.
Lo único que se escucha son sus latidos, perdidos en ese abismo... llamado celda.
Y ella con la poca luz que se asoma por el pequeño respiradero, se observa en el espejo y duda que ella misma, exista.
Porque no hay quien la salve, ella tampoco desea ser rescatada y ya muda de tanto gritar y llorar, solo le queda esperar.
Esperar que pase el tiempo, que pase lo que tenga que pasar o que se marchite más de lo que ya lo está.
Algunas veces, por mínimos instantes, es sacada a ver el sol, pero acostumbrada a esa vieja y fría celda vuelve a ella por sus propios pasos, mirando al vacío… pérdida en su propia agonía.
Porque allí, al menos sabe que sufre, lenta y dolorosamente.
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